la ascendencia del desorden

No. Usted no puede pretender que el ascenso que con tanta insistencia le propone el desorden es uno arraigado en esa tierra gris que nutre a la aristocracia criolla. No pudo haber pensado que el cerro que con tanta majadería le invitamos a escalar es el que en su cumbre sostiene a esta realeza de la contención y el recato. Bueno, y si no creyó eso, ¿por qué pensó que cada fin de semana largo era una oportunidad para ganar status y gastar bencina? No golpea tan rica esa brisa marina, no molesta tanto el smog de Santiago. Si quiere trepar, y el desorden le recomienda que lo haga, ocupe caminos menos transitados y recetas más sofisticadas como las que, de cuando en cuando, le deja caer el desorden. Como ésta por ejemplo. Quédese en Santiago y vaya a la fiesta.